Es un guionista hipocondríaco con un eterno síndrome del impostor.
Tras ganar dos accésits y un primer premio en el concurso regional Creamurcia (2018), se viene muy arriba y se embarca en su primera obra larga, basada en sus pocos meses de experiencia en una fábrica de melocotones de su diminuto pueblo.
Actualmente, Ángel sigue sufriendo episodios de ansiedad generalizada mientras espera muy fuertemente que te guste la obra que tienes en las manos.
"A partir de pequeños detalles, la narración nos va introduciendo poco a poco en la complejidad de la vida de unas humildes mujeres trabajadoras, reivindicando el mundo obrero y la sororidad de esas mujeres, con un dibujo que enriquece de forma exquisita la temática, aportando con pequeños detalles y aparente sencillez un valor añadido a la belleza y fluidez de la historia" (valoración del jurado del premio València de novela gráfica de la Institución Alfons el Magnànim, 2020).
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"A partir de pequeños detalles, la narración nos va introduciendo poco a poco en la complejidad de la vida de unas humildes mujeres trabajadoras, reivindicando el mundo obrero y la sororidad de esas mujeres, con un dibujo que enriquece de forma exquisita la temática, aportando con pequeños detalles y aparente sencillez un valor añadido a la belleza y fluidez de la historia" (valoración del jurado del premio València de novela gráfica de la Institución Alfons el Magnànim, 2020).
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